miércoles, 11 de enero de 2023

EL PODER DE LA PALABRA

Desde que el hombre aprendió o improviso los trazos en primitivos lienzos de roca, hasta la tecnología de hoy en futuristas hologramas. Algo que no ha cambiado, al menos físicamente, es la palabra, la responsabilidad y el poder con el que nació, ya lo decía el tío Ben, a un iniciado Spiderman-. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Y es que acaso esta máxima de comic resulto ser cierta. En la obra El viñedo del texto: de Ivan Illich, el autor compara la lectura con la vegetación, el cultivo, la cosecha y demás, que es sino una palabra la semilla para desencadenar o iniciar el agrícola momento de la creación del pensamiento a “raíz” del poder de ese conjunto de letras.

Etimológicamente, palabra, proviene del latín parabŏla 'comparación', en lat. tardío 'proverbio', 'parábola', y este del gr. παραβολή parabolḗ. incluso en sus orígenes “palabra” connota cambio, transición.

 Cuando el hombre le dio importancia al discurso, a los párrafos se dio cuenta que tenia a su disposición un arma que no necesitaba inversión, tecnología, o detonante.

El autor norteamericano Joseph Campbell difundió y ayudó en el nacimiento del lenguaje cinematográfico de Hollywood y sus producciones, nada más y nada menos que con palabras, su obra El viaje del Héroe, que es una especie de manual donde narra el proceso del surgimiento del héroe la creación del paradigma ideal.

Qué necesita vivir una persona común y silvestre para ser honrado por mitos y leyendas al momento de contar su historia. Pues según Campbell una travesía material y también espiritual, en esta segunda debe superar sus traumas, sus taras, su lenguaje, sus palabras, convencerse así mismo que para salir y surgir de entre las sombras las únicas luces que necesita es entender el significado del coraje y valor, y un conocimiento basado en experiencia además de saber cómo irradiarla, el medio para dejar testimonio de esto ultimo es en definitiva la palabra.

¿Pero cómo así un rompecabezas de silabas, consonantes y vocales pueden ser u ocultar un poder inconmensurable?, la bomba atómica textual es el discurso, el poder que conlleva y lo que vaya a desencadenar esta supeditado a las palabras que contenga y a su redacción en coordinación con su dicción.

Un acto que parecería, algo sencillo, pero para que desencadene, emotividad, identificación, propaganda, debe estar escrito con precisión matemática, con exactitud de neurocirujano. Solo así, podemos vivir la magia de las palabras en los discursos, y si no es así amable lector puede usted oír el discurso traducido de Martin Luther King I have a dream" o sin ir tan lejos de la realidad, escuchar el discurso del protagonista de Gladiador. Las palabras sirven para enamorar, indistintamente de que signifique el amor y el amar.

No es lo mismo decir, te extraño, a decir: Si mi alma no siente el palpitar de tu pecho, mi sangre se enfría y mis labios te imploran, te invocan con susurros al viento, con la vaga esperanza de que Eolo te cuente mi pesar.

Pero quien diría que un invento tan rustico y quizá hasta accidental hoy en día desarrollarían o si quieren evolucionaria a la par con la tecnología. Si acaso la guerra de los signos y símbolos suele darse en las matemáticas, un universo paralelo serían las indicadas siempre como las antagónicas de las ciencias, o mejor dicho de los números. Las palabras, aun, no han inventado operaciones entre ellas que den como resultados etiquetas fijas y cuadradas. Pero si han desarrollado su propia arquitectura para acercarnos en algo a sus antípodas, las matemáticas.

En los números existe la suma, la resta, la multiplicación y la división como operaciones básicas. Y uno debe aprenderlas si es que quiere pasar a otro nivel del conocimiento.

Pero no nos hemos dado cuenta que el lenguaje, ese portaviones de las palabras también a desarrollado un proceso para que ese poder disperso en cada significado o concepto que esconden las palabras en lo individual, puedan ir encajando de manera tan imperceptible que suman una energía, emotividad, armonía mágica, al momento de ser redactadas y leídas. Los sustantivos, los verbos, los adjetivos, algo mas compuesto las analogías, las metáforas, los silogismos, paralelos de las operaciones matemáticas, ha desarrollado vertientes tan bastas como el cerebro, o la imaginación.

Los griegos intentaron explicarlo todo, ya sea de manera lógica, real, o abstracta o por último mitológicamente. En ese afán por entenderlo todo heredaron esa inquietud a sus descendientes y es así que la palabra fue evolucionando en distintas formas, desde la poesía, la rima, el discurso, la oratoria, los debates, ramas del conocimiento, llamado o calificado como social, en los cuales la protagonista fue siempre la palabra, no por una moda, sino porque cada vez se fue entendiendo lo desconocido de su poder, puesto que no se puede cuantificar de primera mano el impacto de las mismas, porque valgan verdades la palabra está sujeta o quizá condicionada a factores como el medio donde se la difunda o imprima, dependen o si somos más dramáticos, están reprimidas por circunstancias como la redacción, el tono de lectura, la impostación la musicalización. Elementos comunicativos que con la llegada de la tecnología han ido mutando en representaciones cada vez mas ambigua o lerdas. No todo aquello denominado como evolución o tecnología siempre apuntara al desenlace de algo mejor.

La palabra es más versátil y maleable que el mismo metal, no hay material físico tan adaptable como la palabra, puesto que se la utiliza de maneras casi impensables, pero ordinarias en nuestro afán de entes orgánicos presionados por vivir a la velocidad de nuestras frustraciones. Una palabra puede ser una llave, puede ser una rompecabeza, puede ser un instrumento de destrucción mundial, puede ser el más letal y amargo de los venenos, así como también el más dulce y ansiolítico de los manjares, y sin tener que siquiera sobrepasar todos los sentidos, la palabra tiene un impacto desde lo atómico, celular; hasta psicológico. Una cualidad que ha sido utilizada por todo el mundo consciente y también los del lado oscuro.

El nobel colombiano, Gabriel García Márquez, dejó una amplia gama prueba del poder de las palabras. Su cuento La luz es como el agua no solo hace que vocalicemos despacito cada elemento lingüístico que enebro como toda una Penélope. También seduce a lamente y nos incita a imaginar, a soñar cada concepto de a lectura, a pensar como es posible ese escenario en un texto apilado como los ladrillos de una pared.

Sería injusto solo hablar del poder de la palabra y atribuirle todo el mérito a esta. Dice un fragmento del poema Look at Love de Mevlana Jelaluddin Rumi, ¿Por qué ver por separadas esta vida y la siguiente, si una proviene de la anterior?, y resume de manera precisa y hasta romántica la relación del poder de la palabra con la lectura, que sería de la palabra sin la lectura, que sería la lectura sin la palabra.

En su obra Antonio y Cleopatra, el genio William Shakespeare sintetiza la consecuencia tacita de quien cultiva además de la lectura, la palabra, Tengo anhelos inmortales en mí.

Quien escribe sabe que su objetivo no sole es ser leído, ser comentado, criticado tal vez. Sino dejar un legado, un impacto, un cambio, Juan Villoro, escritor, reportero, cronista, ensayista y más, de nacionalidad mexicana, defiende el poder de la palabra, y su manera de demostrarlo no solo es escribiendo, ha incursionado en diferentes campos de especialización de otro portaviones de la palabra, como es la redacción o escritura. El afirma en su compilatorio Safari Accidental que, en el género narrativo la crónica, es el ornitorrinco de la escritura un compilado de palabras que incursiona en el ensayo, el reportaje, el comentario, el perfil, la nota de color, la opinión, la poesía por nombrar solo algunos paralelos al mamífero semiacuático con el que se le compara. Esto en respuesta a lo que alguna vez afirmó Alfonso Reyes sobre el ensayo, diciendo o mejor dicho escribiendo lo siguiente, el ensayo es el centauro en la escritura.

Y es que, a través de sus representantes o sus heraldos, la palabra ha sabido materializarse en todos los aspectos del conocimiento, sea este comprobado o no, sino basta ver la connotación que mueve a más de dos mil millones de fieles en el cristianismo, bajo el gobierno de una frase, La palabra de Dios, la biblia. Qué hace que un grupo de letras puedan unificar la conciencia y esperanza de muchas personas que incluso sin entenderlo o comprobarlo afirman su fe al escuchar la palabra de un dios, que nunca les devuelve una.

Hemos visto como la palabra está en constante actualización, pero lamentablemente también con deformación, con la llegada de las aplicaciones para celulares, también surgió una variante rara de palabras, aquellas que más parecen jeroglíficos del posmodernismo tecnológico, en las cuales se han combinado de manera inesperada matemáticas y gramática.

Darwin definió la evolución como "descendencia con modificación” nuestras actuales generaciones parecen haber tomado dicha aseveración con precisión molecular puesto que leer un chat entre adolescentes centenials, hoy parece un trabajo para antropólogos de los símbolos. Porque la mutación de la palabra hoy en día más que sorpresa nos causa satisfacción, es una consecuencia de ese poder desconocido que aún estamos por descubrir.

Actualmente ya hay aplicaciones que te rescriben un párrafo, o te componen un discurso con tan solo poner el tema. Es la tecnología una espada de doble filo para la palabra o simplemente un nuevo medio al cual se está adaptando esta última.

El lenguaje y otras ciencias que anteriormente parecían no contener ningún ápice de encuentro con la palabra. Hoy se sirven de ella sin ruborizarse, al momento de difundir sus artículos de avances. ¿Habrán, aunque sea mínimamente, imaginado los primeros hombres cuando pintaban en rocas figuras de animales, que miles de años después un simple trazo se convertiría en la llave a un universo de interpretaciones mediante la palabra para poder dar con el objetivo de aquella acción?

Es probable que nunca lo sabremos, pero de algo si estamos seguros, que desde su aparición en nuestra vida, la palabra se ha convertido en una herramienta fundamental para crecer como especie, para evolucionar como seres superiores, podrán inventar miles de aparatos que nos acerquen a aquello que denominamos mágico, pero inventar algo tan poderoso como la palabra y todas sus variaciones solo se da una vez en un millón, no importa el idioma, el formato, el medio, la humanidad hará uso de la palabra, incluso cuando se popularice la telepatía, cuando se invente algo que sustituya a los libros, la palabra retomara su esencia primeriza, ser tacita, ser algo existente pero no palpable, ser algo sensitiva, pero no visible, ser un poder inconmensurable pero no para cualquiera.

El poder de la palabra también nos lleva por otros océanos que son material para otra disertación, cómo la palabra encandilo tanto al hombre que este le erigió templos únicos con contenedores santos, lugares donde aprendieron a dormir y macerar el conocimiento, la palabra y la lectura solas solo eran un dúo, pero siguiendo con la mitología, podemos hablar de una triada al momento que se descubrió que no había mejor contendor para ambas como es y lo seguirá siendo, espero, el libro.

El poder de la palabra no solo cautiva, o motiva, nos hace reflexionar sobre nuestro papel en esta realidad, donde priman los sentidos, y es precisamente la palabra quien nos ayuda a dejar testimonio de dicha sensibilidad en cada aspecto de lo que no hace humanos, las ciencias, las letras, la filosofía y la razón.

Cómo un concepto puedo mover un organismo, una idea un mundo sin la necesidad de necesitar cantidades inmensas de energía, cómo la palabra se ha convertido en el eslabón de la evolución, cómo la palabra me ha hecho escribir casi cuatro caras sin darme cuenta…

Ese precisamente es el poder de la palabra, es como pólvora seca, ahí estática fría, basta con que encontremos ese fuego primitivo para desencadenar dinamismo, imaginación, conceptos filtros. Y que nos cuestionemos temas de los cuales también quisiéramos escribir y hacer uso del poder de la palabra. 

LA TORMENTA

Ya no recuerdo tus facciones
olvide de pronto tus formas, tus gestos
cada mirada, olvide tus rasgos, tus reacciones
olvide tus maneras,
te olvidé tan rápido que me sorprendí
te olvidé tanto que ya no recuerdo tus ojos,
 tu boca, te olvidé,
y aún no sé qué paso, como paso,
si eras el fuego y luz de mis velas
como pude olvidarte si mi oxígeno eras tú,
 si la luz de tus ojos
se comparaban con las del sol, 
que mis noches eran color ébano porque
te tenía a mi lado, como y cuando paso, 
quien y que te borraron,
acaso el fin es comenzar, 
por qué te olvidé si mi memoria eras tú
como tus recuerdos se volvieron mi pasado y así historia olvidada
nunca sabré que remplazo tu ser,
o cuál fue la razón de esta amnesia 
... Cuando paso esta tormenta en mi interior
y te arranco de mis sentimientos 
o es que acaso fue muy suave la tormenta
que no la sentí o fue tan cálida que me mentí
y así todos tus recuerdos y memorias perdí…

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